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viernes, 27 de mayo de 2011

En el momento de goteras.

El mar estaba furioso y el cielo lloraba.
El paseo principal,desierto.Ni un alma pero allí estaban ellos, ella,con aquel vestido rojo de flores y las manos vacías,y él desplomado en el suelo con un caro esmoquin empapado, pero el no se movía.
Quien la hubiese observado no hubiese percibido que acompañaba al cielo en su llanto. Ni el día ni su vida iban a su favor.
Su cara empapada,sus suspiros entrecortados...
Aceleraba el paso a medida que se acercaba al puente, decidida.
Podía oír a las olas discutir, el viento y las gotas de agua golpeaban su cara con ferocidad.
Quedaba menos.
Sus huesos entumecidos ya del frío,su ligero temblor, la impedía ahora caminar tan deprisa.
Recordaba cuando reía, cuando cantaba, cuando sentía.
Recordó aquella musiquilla de la que nunca se hubiese podido olvidarse.
Aquella que la había acompañado siempre. Pero ahora solo era una triste melodía que la invitaba a seguir más y más.
Caminó más tenebrosamente.
Podía sentir ahora el tacto rugoso de aquel puente ancestral,tan grande.
Y...Frío.
Ahora el cielo dejaba de llorar.
Todos estaban de acuerdo.
La brisa solitaria golpeó su cara con fuerza, llevándose consigo el último suspiro que le quedaba.
El último antes de subir al puente,antes de saltar,antes de volar, antes de reír, antes de morir.
No se escuchó su cuerpo caer a aquel furioso mar.
La inmensa tormenta no lo dejó escuchar,pero si la ayudó a marchar.
A marcharse para siempre.
No sin dejar de escuchar aquella musiquilla pegadiza que ahora resultaba tan angelical.




Fdd:
Una chica en una tarde melancolica.
Y una vez más,con otro escrito carente de sentido.