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sábado, 25 de junio de 2011

Llovía fuertemente, y la manta no llegaba a sus dedos de los pies,tiritaba.
Habíamos buscado las mil y un maneras de huir de aquella casa, de aquella vida, de aquella situación.
La calefacción brutalmente destrozada,(tal vez los años, las ratas nunca abandonas,supongo), y las llaves..se las había llevado Clarise, ¡Cómo si así solucionase algo! ¿De verdad creía que pasar frío encerrados en una habitación bastaría para si quiera mirarle?
Pues si, bastaba, lo hacía con el rabillo del ojo, que siempre creí que era de un gran funcionamiento.
Sus labios habían pasado de un rosa suave a morado, ahora esta despeinada ( de tanto meter la cabeza bajo el almohadón) y su camisón...Era imaginario, porque solo llevaba aquella manta corta,que dejaba ver sus dedos de los pies.
Supongo que ella también me miraba con su rabillo del ojo, porque se reía cada vez que me rascaba la cabeza, disimulando el frío y creyendome fuerte.
Entonces, rompió aquel extraño y frustrante silencio.
-Si somos dos, obtendremos en unos diez minutos, algo de calor,calor mutuo, deja tus odios a un lado y ven a calentarte, no te sienta bien ese color en los labios.
Llevaba razón, necesitaba calor, mucho calor, de su calor.
Me acomodé a su lado, y me tapé lo que pude con aquella pequeña manta, aún si haber hablado.
Y así repentinamente, comenzó a reirse, me cubrío con la manta y bajo ella me besó.
Si , el calor mutuo igual que el tabaco, puede ser peligroso.
Pero igualmente, con los pies fríos, nunca se piensa bien.

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